Sin pena ni gloria.


Las peores despedidas son las que no se esperan; sentada y derrotada en una acera, tan cerca de la vida como de la soledad, pero sigo sonriendo cada día, no te creas.
Déjame contarte un último lamento, de historias que no cuentan en los cuentos, de sueños que se escapan cuando nadie más te ayuda, del odio que florece en el verso de mis tormentos.
Y más que nada, como un corazón sin coordenadas, como si el mundo esperase tras la ventana, muriendo, escribiendo (una canción desesperada), bajo un cielo de alquiler de madrugada. Pero pienso en el pasado y ya he perdido los placeres, sin almas que me digan palabrotas, de niños que quieren ser hombres y tener mujeres, de sueños, de placeres y derrotas. Con el alma rota.
Sé que para verte nunca es tarde y que el calendario es el amante más cobarde, por que si cierro los ojos los sueños arden.
Buscando labios que no quieran encontrarme, aprendí;
que el universo ya no queda en tu alcoba,
y que los mejores besos son los que te roban,
aprendí, que existen recuerdos que se desploman
y caminos que no llevan a Roma.

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